Juegos de Poder
No cada día comparten estrado los directores de El Periódico (Enric Hernández), El País-Catalunya (Lluís Bassets) y La Vanguardia (Màrius Carol), pero sí ayer tarde en el Cercle de Economía de Barcelona.
Lo consiguió Gloria Lomana, periodista (trece años al frente de los informativos de Antena 3) y ahora novelista. Ella tiene poder, y me refiero a Juegos de poder ” (La Esfera de los Libros), el título de su flamante novela, ficción literaria que quizá no lo sea tanto en lo que contiene de denuncia del “chapapote desinformativo” (terminología lomaniana) que acecha hoy al ejercicio del oficio periodístico.
Una amenaza que quizá derive de que “el bien no tiene prestigio”, según enunció Lluís Bassets, de lo que se desprendería que “tampoco la ley”, y pensé en lo que decía Ángel Ganivet: español es quien sale de casa cada mañana convencido de que porta en el bolsillo un papel que reza: “esta mi ley, y no vale ninguna otra”. es cierto: valoramos la ley sólo en la medida en que nos beneficie, y la la retorcemos lo que haga falta a conveniencia, como hace Marcelo Russo, el empresario de medios de comunicación que protagoniza la novela de Lomana (en este punto, cada lector perfilará en su mente a un político o periodista de similar conducta).
No en vano, al hablar de este manipulador ficticio citó Màrius Carol al que fuera “redactor-jefe de Catalunya” (cómo ácidamente definió Arcadi Espada cierta vez a Jordi Pujol) , y el director de La Vanguardia evocó el día en que la enormidad de unos hechos sintió que le legitimaban para titular así en portada, y a cinco columnas, como tituló: “Jordi Pujol deja de ser honorable”.
Para Màrius Carol, la ficción de Lomana no pretende denigrar el periodismo actual, sino “señalar de forma inteligente, directa e irónica” sus escollos más peligrosos. Y Carol desveló que el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, ha prorrumpido en algunas carcajadas al leer esta novela. Lomana saltó de la silla para precisar: “Eso es algo que me han contado, no lo sé”. Sonreía en primera fila Josep Piqué, expolítico, esposo de la autora y a la vez su primer y entusiasta lector.