Artículo de Gloria Lomana publicado por El País.
Escándalo, estupor y escarnio
La agresión de los cinco, en grupo, pasándose a la chica de uno a otros…
27 de abril de 2018
Chicas: cualquier desalmado os puede marear con la bebida, poneros risueñas y violaros sin que un juez vea delito en ello, aunque os violente una legión
Hasta el último minuto discutieron ayer los tres magistrados para evitar las discrepancias en esta grave sentencia. Se veía venir. Seis meses deliberando era ya un escándalo, y si no llega a ser porque los medios la reclamaban, el dictamen probablemente seguiría en el limbo.
Y cuando se conoce me espanta que uno de los jueces haya sido partidario de que una manada de violadores quede impune. Hasta ahora sabíamos que este juez pedía la excarcelación de La Manada al completo y que le espetó a la víctima: “Está claro que, dolor, no sintió usted”. ¿Porque la chica no se resistió lo suficiente? ¿Porque había bebido? ¿Por qué se dejó acompañar en la noche? ¿Porque llevaba la falda corta? ¿Porque se reía con el subidón de la fiesta? ¡¿Y qué?! ¿Eso justifica que te violen salvajemente, te dejen tirada y te roben? ¿Y que posteriormente te vigilen con un detective para ver tus síntomas de “aflicción”? ¡Ojo chicas con lo que tomáis a partir de ahora! Cualquier desalmado os puede marear con la bebida, poneros risueñas y violaros sin que un juez vea delito en ello, aunque os violente una legión. Juez o jueza, porque me vienen a la mente las joyas argumentales de Carmen Molina, quien al frente del juzgado de violencia de genero de Vitoria le preguntó a una víctima en un juicio celebrado en 2016 si “cerró bien las piernas y todas las partes de los órganos femeninos”.
¡Madredelamorhermoso en manos de quiénes estamos las mujeres! Estas mentalidades ofenden, degradan y humillan, aunque el Consejo General del Poder Judicial diera entonces carpetazo a la denuncia que se hizo contra la jueza Molina, lo que ha debido animar al magistrado Ricardo González para no enrojecerse a la hora de objetar la condena en su voto particular.
Por cierto, me pregunto si fue también este juez discrepante quien evitó que hubiera imágenes de los delincuentes durante el juicio, para protegerles. Si exponemos el cogote de Rodrigo Rato y hacemos pasear al cuñado del Rey veinticinco metros bajo las cámaras por presuntos delitos económicos, los hoy condenados ¿por qué fueron protegidos de las cámaras a las que ellos son tan aficionados? La agresión de los cinco, en grupo, pasándose a la chica de uno a otros, la grabaron entre risotadas antes de robarle el móvil y dejarla tirada en un portal, dos vilezas que ellos sí reconocieron porque marcharon “fuera de la caballerosidad”. ¡Anda! Esto es lo que ha debido ablandar el corazón del juez discrepante: que los chicos tenían poquita educación. Pues que aprovechen a estudiar en prisión.
Gloria Lomana, periodista y presidenta de 50&50 GL.